Cuando pensamos en el regreso a clases, lo primero que viene a la mente suelen ser las mochilas listas, los útiles nuevos y la organización de horarios. Sin embargo, hay un aspecto fundamental que a menudo pasa desapercibido: el sueño. Dormir bien no es solo un hábito saludable, sino una herramienta indispensable para que los niños y adolescentes enfrenten el nuevo ciclo escolar con energía, concentración y buen ánimo.
El papel del sueño en el aprendizaje
Durante las horas de descanso, el cerebro no se “apaga”, sino que realiza un trabajo intenso. Procesa lo aprendido durante el día, consolida la memoria y organiza la información. Cuando los estudiantes duermen lo suficiente, tienen más facilidad para recordar lo que vieron en clase, resolver problemas y mantenerse atentos. Por el contrario, la falta de sueño puede traducirse en distracciones constantes, olvidos e incluso bajo rendimiento académico.
Salud y crecimiento
El sueño también es vital para el desarrollo físico. Mientras los niños y adolescentes duermen, su cuerpo libera hormonas que favorecen el crecimiento, refuerzan el sistema inmune y regulan procesos metabólicos. Un descanso insuficiente puede debilitar sus defensas, aumentar la fatiga e incluso favorecer problemas de salud a largo plazo, como el sobrepeso.
Emociones bajo control
Quienes duermen bien tienen mayor estabilidad emocional. En cambio, la falta de sueño está asociada con irritabilidad, cambios bruscos de humor y menor tolerancia a la frustración. Esto se refleja tanto en la convivencia familiar como en la escolar: más berrinches en los más pequeños y mayor riesgo de ansiedad o tristeza en adolescentes.
Energía para el día a día
Un alumno que descansa lo suficiente no solo se siente con más energía para aprender, sino también para jugar, hacer deporte y participar en actividades extracurriculares. Dormir bien mejora la coordinación, la velocidad de reacción y reduce el riesgo de accidentes, algo especialmente importante en jóvenes que practican deportes o que ya conducen.
Ajustar horarios tras las vacaciones
Uno de los mayores retos al volver a clases es recuperar la rutina de sueño. Durante el verano, es común que los niños y adolescentes se acuesten tarde y se levanten más tarde de lo habitual. Para evitar mañanas caóticas y somnolencia en las primeras semanas, lo ideal es ajustar los horarios gradualmente. Se recomienda adelantar la hora de dormir entre 15 y 30 minutos cada día, al menos una semana antes del inicio de clases.
¿Cuántas horas de sueño necesitan?
Las necesidades varían según la edad:
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Niños en edad escolar: entre 9 y 11 horas por noche.
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Adolescentes: entre 8 y 10 horas.
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Adultos jóvenes: al menos 7 u 8 horas.
Cumplir con estas recomendaciones puede marcar la diferencia entre un regreso lleno de energía y motivación, o uno dominado por el cansancio y la falta de concentración.
Un hábito que vale la pena cuidar
Dormir bien es tan importante como una buena alimentación o la práctica de ejercicio. No se trata de un lujo, sino de una necesidad biológica que sostiene el aprendizaje, la salud y el bienestar emocional. Incluir el sueño dentro de la lista de prioridades para el regreso a clases es, sin duda, uno de los mejores regalos que podemos ofrecer a nuestros hijos para que vivan el nuevo ciclo escolar con todo su potencial.