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Microsueños: qué son, por qué ocurren y cómo evitarlos

Microsueños: qué son, por qué ocurren y cómo evitarlos

Don Colchón |

Dormir es una necesidad vital, tan importante como alimentarnos o mantenernos hidratados. Sin embargo, la vida moderna muchas veces nos empuja a dormir menos de lo que realmente necesitamos. Esto se refleja en cansancio, falta de concentración y, en casos más extremos, en fenómenos como los microsueños.

Aunque la palabra pueda sonar inofensiva, los microsueños representan una señal de alerta de nuestro organismo y pueden poner en riesgo nuestra seguridad y bienestar.

¿Qué son los microsueños?

Los microsueños son episodios breves e involuntarios de sueño, que duran entre uno y quince segundos. Durante ese lapso, el cerebro “desconecta” parcialmente, lo que provoca una pérdida momentánea de atención y de capacidad de respuesta.

A diferencia de quedarse dormido por completo, un microsueño puede ocurrir incluso con los ojos abiertos. Muchas personas no se dan cuenta de que han tenido uno hasta que notan que han dejado de prestar atención a lo que estaban haciendo o que no recuerdan unos segundos de una conversación o actividad.

En la práctica, se trata de pequeños “apagones” del cerebro que ocurren porque el cuerpo no ha descansado lo suficiente y está intentando recuperar, aunque sea por instantes, el sueño que necesita.

¿Por qué ocurren?

La causa principal de los microsueños es la falta de sueño crónica. Dormir menos de las 7 a 9 horas recomendadas para un adulto genera un déficit acumulativo que, tarde o temprano, se manifiesta en lapsos de somnolencia incontrolables.

Pero no es el único factor. Estos episodios también pueden aparecer en las siguientes situaciones:

  • Tareas monótonas y repetitivas: conducir por carreteras largas y rectas, estar frente a una computadora durante horas o asistir a reuniones extensas.

  • Alteraciones en los horarios de descanso: trabajadores nocturnos, estudiantes que trasnochan o padres de recién nacidos suelen dormir en horarios irregulares, lo que interfiere con el ritmo circadiano natural.

  • Trastornos del sueño: apnea del sueño, insomnio, narcolepsia y síndrome de piernas inquietas, entre otros, reducen la calidad del descanso y aumentan el riesgo de microsueños durante el día.

  • Consumo de sustancias: alcohol, medicamentos sedantes o antihistamínicos, así como ciertos fármacos que afectan el sistema nervioso, pueden inducir somnolencia.

  • Estrés y agotamiento físico: la combinación de tensión emocional y desgaste corporal también empuja al cerebro a buscar pausas involuntarias.

En resumen, los microsueños son una forma en que el cuerpo exige lo que le hemos negado: un descanso reparador.

Aunque los microsueños son repentinos, el cuerpo suele enviar señales previas que conviene identificar:

  • Bostezar repetidamente en poco tiempo.
  • Parpadear de manera excesiva o tener dificultad para mantener los ojos abiertos.
  • Cabecear o sentir que la cabeza “pesa”.
  • No recordar lo que sucedió en los últimos segundos o minutos.
  • Perder momentáneamente el control del vehículo, desviándose de carril.
  • Sensación de desconexión, como si el entorno “desapareciera” por un instante.

Reconocer estos avisos a tiempo puede marcar la diferencia entre detenerse a descansar o exponerse a un accidente.

Los microsueños no solo son molestos, sino que pueden ser extremadamente peligrosos:

Seguridad vial

La Organización Mundial de la Salud y diversos estudios de seguridad vial coinciden en que la somnolencia al volante es una de las principales causas de accidentes en carreteras. Un microsueño de apenas 3 segundos, conduciendo a 100 km/h, significa recorrer más de 80 metros sin control del vehículo.

Productividad y concentración

En el ámbito laboral y académico, los microsueños reducen la capacidad de atención, afectan la memoria y provocan errores. Una persona que experimenta estos lapsos repetidamente puede tardar más en terminar sus tareas o cometer fallos que impactan en su desempeño.

Salud a largo plazo

La presencia frecuente de microsueños indica que existe una deuda de sueño crónica. Esto está relacionado con mayor riesgo de hipertensión, problemas metabólicos, debilidad del sistema inmune y alteraciones del estado de ánimo como ansiedad o depresión.

En todos los casos, los microsueños deben considerarse un síntoma de que algo no está funcionando bien en el equilibrio entre descanso y actividad.

Estrategias para evitarlos

La mejor forma de prevenir los microsueños es priorizar el sueño de calidad. No existe atajo que sustituya las horas necesarias de descanso, pero sí hay estrategias que ayudan a reducir el riesgo:

Dormir lo suficiente

La recomendación general para adultos es de 7 a 9 horas de sueño por noche. Dormir menos de manera constante aumenta exponencialmente la probabilidad de experimentar microsueños.

Mantener horarios regulares

Acostarse y levantarse a la misma hora, incluso los fines de semana, fortalece el ritmo circadiano y mejora la calidad del descanso.

Higiene del sueño

  • Dormitorio oscuro, silencioso y con temperatura agradable.
  • Evitar pantallas al menos 30 minutos antes de dormir.
  • Reducir el consumo de cafeína, alcohol y cenas muy pesadas.

Siestas estratégicas

Tomar siestas cortas de 10 a 20 minutos puede ayudar a recuperar energía y prevenir microsueños, especialmente en trabajadores de turnos o estudiantes.

Pausas activas

En actividades monótonas, es útil levantarse, caminar, hidratarse o cambiar de tarea cada cierto tiempo. El movimiento reactiva la circulación y la atención.

Uso responsable de estimulantes

El café puede ser un aliado contra la somnolencia, pero en exceso altera la calidad del sueño nocturno. Lo ideal es consumirlo con moderación y evitarlo después de las 5 de la tarde.

Atención médica

Si los microsueños son frecuentes pese a dormir lo suficiente, es recomendable consultar a un especialista en sueño para descartar trastornos subyacentes como apnea o narcolepsia.

El papel de un buen colchón

Muchas veces se habla de hábitos de sueño, pero se olvida un factor crucial: la calidad del colchón. Dormir en una superficie que no brinda el soporte adecuado puede causar interrupciones constantes durante la noche, dolores corporales y dificultad para alcanzar fases de sueño profundo.

Un buen colchón se adapta a las necesidades de cada persona, mejora la postura y favorece un descanso reparador. Invertir en un colchón adecuado no solo se traduce en noches más cómodas, sino también en días con más energía y menos riesgo de microsueños.

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