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Los 3 peores hábitos y porqué debes librarte de ellos

Los 3 peores hábitos y porqué debes librarte de ellos

Don Colchón |

Los malos hábitos pueden afectar nuestra salud, productividad y bienestar. Según diversos estudios en psicología y salud, estos lamentablemente son muy comunes.

Sin embargo, hay tres malos hábitos que están íntimamente relacionados entre sí, y que suelen aparecer como antecedentes de enfermedades graves. La OMS advierte que estos son factores de alto riesgo en nuestra sociedad para enfermedades cardiovasculares, obesidad y diabetes.

  1. Dormir mal o insuficiente

Estudios, como los de la National Sleep Foundation, han demostrado que la falta de sueño afecta la memoria, de varias maneras, principalmente al interferir con procesos clave en el cerebro. Investigaciones recientes han demostrado que el sueño es fundamental para consolidar recuerdos, eliminar toxinas cerebrales y optimizar el funcionamiento neuronal. Especialmente en las fases de sueño profundo (NREM) y REM, el cerebro procesa y almacena la información adquirida durante el día; al privarlo de este importante mecanismo y desvelarse, se altera la actividad del hipocampo (región clave para la memoria), dificultando el almacenamiento de recuerdos a largo plazo.

Incluso pequeñas reducciones en el sueño (menos de 6 horas por noche) afectan la capacidad de concentración, toma de decisiones y aprendizaje. Las conexiones entre neuronas (sinapsis) se fortalecen o debilitan según la importancia de la información aprendida y esto ocurre al tener ciclos completos de sueño.

Un estudio publicado en el European Heart Journal en 2025 reveló que acostarse después de las 23:00 horas incrementa significativamente el riesgo de sufrir un ictus (una interrupción del flujo sanguíneo en el cerebro que provoca daño en las células cerebrales; también se conoce como accidente cerebrovascular). Este riesgo se debe a la alteración del ciclo natural del sueño, esencial para la reparación celular y el funcionamiento óptimo del organismo.

  1. Sedentarismo y falta de ejercicio

El profesor Daniel E. Lieberman, experto en Biología Evolutiva de Harvard, señaló que aunque los humanos (actualmente) no están diseñados para correr largas distancias constantemente, el sedentarismo excesivo es perjudicial. En su libro "Exercised: Why Something We Never Evolved to Do Is Healthy and Rewarding", publicado en 2020, Lieberman explora cómo, desde una perspectiva evolutiva, el ejercicio físico voluntario es una práctica relativamente reciente. Aunque no evolucionamos específicamente para realizar ejercicio voluntario, la actividad física sigue siendo esencial para nuestra salud y bienestar en el contexto moderno.

Lieberman destaca que mantenerse físicamente activo en la vejez puede desviar energía hacia procesos fisiológicos que ralentizan el deterioro corporal, protegiendo contra diversas enfermedades y promoviendo una vida más larga y saludable.

  1. Mala alimentación (exceso de azúcar, grasas, ultraprocesados)

Un estudio que abarcó casi 30 años e incluyó a más de 200,000 profesionales de la salud, publicado en The Lancet, descubrió que el consumo de bebidas azucaradas y carnes procesadas aumenta considerablemente el riesgo de padecer enfermedades cardíacas.

La dieta mediterránea, rica en frutas, verduras, legumbres, pescado y aceite de oliva, ha sido destacada por expertos como una forma eficaz de prevenir la obesidad y reducir el riesgo de enfermedades crónicas.

Por el contrario, el consumo regular de alimentos ultraprocesados, altos en azúcares y grasas saturadas, está directamente relacionado con problemas de salud como la obesidad, hipertensión, diabetes tipo 2 y enfermedades cardiovasculares. Estos problemas se ven exacerbados por el entorno de las ciudades, caracterizados por la abundancia de comida rápida y la falta de opciones saludables.

El estilo de vida acelerado ha llevado a muchos a adoptar hábitos alimentarios poco saludables. La comida rápida y ultra procesada, por su conveniencia y rapidez, se ha convertido en una opción común para quienes tienen poco tiempo. Además, la transición nutricional de las últimas décadas, marcada por el abandono de las dietas tradicionales en favor de patrones alimentarios ricos en azúcares (sabores dulces), ha contribuido significativamente al problema.

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