Sí, y no es un mito. Mecerse en una hamaca o en una cama con movimiento suave podría mejorar el sueño, y hay estudios científicos que lo respaldan.
Un estudio publicado en Current Biology (2011) encontró que un movimiento oscilante lento ayuda a las personas a dormirse más rápido y a entrar en un sueño más profundo y estable. Se cree que este efecto se debe a que el balanceo sincroniza la actividad cerebral, promoviendo ondas lentas y aumentando los períodos de sueño profundo.
Además, estudios en bebés han mostrado que el balanceo suave los ayuda a conciliar el sueño y a dormir más tiempo. En adultos, dormir en una hamaca o en una cama con ligero movimiento podría tener efectos similares, mejorando la calidad del descanso.
Pero, ojo. No funciona para todos:
No todas las personas responden de la misma manera al movimiento oscilante. Algunas podrían encontrarlo incómodo o incluso marearse (especialmente aquellas con sensibilidad al movimiento, como quienes sufren de vértigo o cinetosis).
El estudio solo analizó siestas de 45 minutos, por lo que no está claro si el balanceo tendría el mismo impacto en una noche completa de sueño. Se necesitarían estudios a largo plazo para confirmar sus beneficios en el descanso nocturno. La investigación se hizo en adultos sanos sin problemas de sueño. No está claro si los beneficios serían los mismos para quienes sufren de insomnio u otros trastornos del sueño.
Aunque las bases del estudio son bien conocidas en la comunidad médica: Después de reclutar 12 adultos, se les pidió que tomaran dos siestas de 45 minutos en días distintos:
- Una en una cama estática.
- Otra en una cama que se movía con un balanceo suave (movimiento de 0.25 Hz, similar al de una hamaca).
Durante ambas siestas, se registró la actividad cerebral con un electroencefalograma (EEG). Los participantes se durmieron más rápido cuando la cama estaba en movimiento.
Se observó un aumento en la actividad de las ondas lentas y husos del sueño, que son clave para un sueño profundo y reparador.
El balanceo pareció sincronizar la actividad de ciertas regiones cerebrales, promoviendo un descanso más estable.
Los científicos han establecido que esto tiene similitudes con algo que habita en nuestra memoria, muy profundo: Desde el vientre materno, los bebés están acostumbrados al movimiento, ya que sienten los desplazamientos de la madre. Este hábito puede explicar por qué el balanceo siempre resulta tan reconfortante.
Al igual que el estudio en adultos de Current Biology, otras investigaciones han mostrado que el balanceo en bebés favorece las ondas lentas del sueño profundo.
El balanceo de una cuna y el de una hamaca o cama oscilante parecen compartir un mismo mecanismo biológico. Ambos inducen el sueño al sincronizar la actividad cerebral con un ritmo relajante, pero la respuesta puede variar según la edad y la persona.