También conocida como rinitis alérgica estacional o fiebre del heno, esta afección ocurre cuando el sistema inmunológico reacciona de forma exagerada a partículas en el aire, principalmente al polen liberado por plantas, árboles, pasto y malezas durante ciertas épocas del año.
Suele desencadenarse cuando las plantas liberan polen al ambiente para reproducirse. Los principales responsables son:
- Árboles, durante la primavera (álamos, abedules, robles, etc.).
- Pastos y césped, en verano (bermuda, timoteo, etc.).
- Malezas: a finales del verano y en otoño (ambrosía, artemisa).
El sistema inmunológico identifica erróneamente el polen como una amenaza (como si fuera un virus o bacteria). Esto desencadena una liberación masiva de histamina y otras sustancias químicas para combatir el "invasor", lo que provoca síntomas como: congestión nasal, estornudos, picazón en ojos, nariz y garganta, lagrimeo e incluso, la aparición de pequeñas ronchas en la cara.
¿De dónde proviene?
La herencia desempeña un papel importante, dado que la presencia de alergias en uno o ambos padres aumenta considerablemente el riesgo en sus hijos. Esto se debe a la herencia de genes específicos que participan en la respuesta inmune. Esta predisposición genética, conocida como atopía, provoca una producción excesiva de anticuerpos llamados inmunoglobulinas E (IgE), que reaccionan de forma exagerada a elementos del entorno, lo que resulta en afecciones variadas: desde las alergias ya mencionadas hasta asma y eczemas (dermatitis).
Los factores ambientales como la contaminación del aire, suelen afectar a las personas con hipersensibilidad ocular, desencadenando conjuntivitis (una inflamación de la conjuntiva, la capa transparente que cubre los párpados y el ojo).
La piel atópica, a diferencia de la piel normal, tiene una estructura alterada que la hace más vulnerable a los elementos externos. Es excesivamente seca, porosa y carece de la grasa y acidez necesarias para actuar como una barrera efectiva. Esta deficiencia permite que alérgenos e irritantes, como el polvo, los detergentes fuertes y el pelo de animales, penetren en la piel con mayor facilidad.
Prevención de las alergias estacionales
Aunque no siempre es posible evitar por completo la aparición de alergias si hay predisposición genética, hay varias estrategias para reducir los riesgos de padecerlas:
- Mantén cerradas puertas y ventanas durante la temporada de polinización, especialmente en la mañana y al atardecer, cuando las concentraciones de polen son más altas.
- Usa aire acondicionado con filtros HEPA para purificar el aire y evitar que entren alérgenos.
- Evita actividades al aire libre en días ventosos o de alta concentración de polen.
- Si sales, usa gafas de sol y sombrero para evitar que el polen entre en contacto con los ojos y el cabello.
- Dúchate y cámbiate de ropa al llegar a casa para eliminar el polen acumulado en la piel y la ropa.
- Lava con frecuencia la ropa de cama y las cortinas.
Tratamiento ¿Cómo controlar los síntomas eficazmente?
Afortunadamente, existen diversos tratamientos efectivos que ayudan a controlar estos síntomas y prevenir su aparición. A continuación, te explicamos los enfoques más comunes:
Antihistamínicos: primera línea de defensa
Los antihistamínicos son el tratamiento más utilizado para controlar los síntomas de las alergias estacionales. Funcionan bloqueando la histamina, una sustancia química que el cuerpo libera en respuesta a los alérgenos, como el polen, causando estornudos, picazón y congestión nasal.
Entre sus ventajas, destacan su capacidad para aliviar rápidamente síntomas como estornudos, picazón, ojos llorosos y secreción nasal. Además, pueden tomarse antes de la exposición al polen para prevenir la aparición de síntomas. Las opciones más comunes son los antihistamínicos de segunda generación, como loratadina, cetirizina y fexofenadina, que causan menos somnolencia y son ideales para uso diario. Los de primera generación, como la difenhidramina o clorfeniramina, son menos recomendados debido a su efecto sedante.
Descongestionantes: alivio rápido de la congestión nasal
Cuando la congestión nasal es severa, los descongestionantes pueden ser útiles para reducir la inflamación de los vasos sanguíneos en la nariz, facilitando la respiración. Sin embargo, no deben usarse por más de tres a cinco días consecutivos para evitar el efecto rebote, que puede empeorar la congestión nasal. Entre los más comunes se encuentran la oximetazolina y la fenilefrina, disponibles en presentaciones en spray o en pastillas. Su uso debe ser puntual para evitar la dependencia nasal.
Corticoides nasales: control a largo plazo
Los corticoides nasales son una opción altamente efectiva para tratar la inflamación nasal causada por las alergias estacionales. Reducen la hinchazón de los tejidos nasales y controlan la producción de moco, proporcionando un alivio prolongado.
Estos medicamentos son eficaces para tratar la congestión nasal, estornudos, picazón y secreción nasal. Las opciones más comunes incluyen fluticasona, mometasona y budesonida. Para obtener mejores resultados, se recomienda utilizar estos fármacos de manera constante durante la temporada de alergias, comenzando al menos una semana antes del inicio de la temporada de polinización.
Inmunoterapia: solución a largo plazo
La inmunoterapia, también conocida como vacunas antialérgicas, es una opción para quienes no logran controlar sus síntomas con tratamientos convencionales. Consiste en la administración controlada de pequeñas dosis del alérgeno para "entrenar" al sistema inmunológico a no reaccionar exageradamente.
Esta terapia puede reducir o eliminar por completo la sensibilidad al polen, ofreciendo resultados duraderos después de completar el tratamiento. Existen dos formas principales de inmunoterapia: la subcutánea, que implica inyecciones regulares durante un periodo de tres a cinco años, y la sublingual, que consiste en tabletas o gotas administradas bajo la lengua de manera diaria en casa. Este tratamiento debe ser supervisado por un alergólogo para garantizar su eficacia y seguridad.
Lavados nasales con solución salina: alivio natural
El uso de lavados nasales con solución salina es una medida complementaria que ayuda a eliminar el polen, el polvo y otros irritantes de las fosas nasales. Esta práctica reduce la inflamación y alivia la congestión nasal de manera natural.
Los lavados nasales pueden utilizarse de manera segura y frecuente, incluso en niños, y son recomendables durante toda la temporada de alergias para mantener las vías respiratorias limpias.
Enfoque combinado para mejores resultados
En muchos casos, una combinación de tratamientos es la mejor estrategia para controlar los síntomas de manera eficaz. Por ejemplo, la combinación de antihistamínicos y corticoides nasales puede proporcionar un control óptimo de los síntomas durante la temporada de alergias. Los descongestionantes pueden utilizarse de manera puntual para casos severos de congestión, mientras que los lavados nasales ofrecen un alivio complementario al eliminar alérgenos de las fosas nasales.
El mejor tratamiento es la prevención y el control adecuado
El tratamiento de las alergias estacionales depende de la intensidad de los síntomas y las necesidades de cadapersona. Una combinación adecuada de antihistamínicos, corticoides y medidas preventivas puede mejorar significativamente la calidad de vida durante la temporada de polinización. Para quienes buscan una solución duradera, la inmunoterapia puede ser una opción eficaz. En todos los casos, la mejor opción siempre será la de consultar con un profesional de la salud, en específico un alergólogo.