Hasta 12 MSI* con todas las TDC pagando con Mercado Pago

¡Envío gratis a todo México! comprando en línea.

Hasta 48 quincenas pagando con Atrato Pago

¿Tomar pastillas para dormir afecta tu salud?

¿Tomar pastillas para dormir afecta tu salud?

Don Colchón |

Dormir bien no es un lujo, es una necesidad vital. Sin embargo, millones de personas en todo el mundo tienen dificultades para conciliar el sueño o mantenerlo durante la noche. Frente a esta situación, muchas recurren a una solución rápida: las pastillas para dormir.  Pero, ¿qué efectos tienen estos fármacos en nuestra salud a corto y largo plazo? ¿Son realmente seguras?

Las pastillas para dormir, también conocidas como hipnóticos o sedantes, son medicamentos para tratar el insomnio y otros trastornos del sueño. Se dividen principalmente en dos categorías: medicamentos recetados, como las benzodiacepinas, y productos de venta libre, como los antihistamínicos o suplementos de melatonina. Algunos ejemplos de medicamentos recetados son el diazepam y el lorazepam entre las benzodiacepinas, el zolpidem y la zopiclona entre los llamados Z-drugs, la difenhidramina como antihistamínico, y la melatonina como opción más natural. Aunque su uso está generalizado, cada uno tiene diferentes mecanismos de acción y perfiles de seguridad.

Beneficios percibidos

Las pastillas para dormir pueden ser eficaces en el corto plazo. Estudios del 2012 encontraron que los hipnóticos pueden reducir el tiempo que se tarda en conciliar el sueño en unos 10 a 15 minutos. Sin embargo, su eficacia suele disminuir con el uso continuado. Además, no siempre mejoran la calidad del sueño; de hecho, alteran la estructura normal del sueño, reduciendo las fases profundas y REM, que son esenciales para el descanso físico y mental.

Efectos secundarios y riesgos

Uno de los principales riesgos asociados a estas pastillas es el desarrollo de tolerancia, lo que significa que el cuerpo se acostumbra al medicamento y necesita dosis mayores para lograr el mismo efecto. A esto se suma la posibilidad de desarrollar dependencia física o psicológica, lo que dificulta dejar de tomarlas sin ayuda médica. Los efectos adversos más comunes incluyen somnolencia diurna, problemas de memoria, dificultad para concentrarse, mareos y caídas. En adultos mayores, el riesgo de fracturas aumenta significativamente. Algunas personas también experimentan parasomnias, como caminar dormido, comer sin conciencia o incluso conducir bajo los efectos del medicamento. De hecho, la FDA (Federal Drugs Administration) emitió una advertencia al respecto en 2013.

Los científicos han encontrado una asociación entre el uso frecuente de hipnóticos y un mayor riesgo de muerte prematura y ciertos tipos de cáncer. Aunque la investigación no demuestra causalidad directa, alerta sobre la necesidad de usar estos medicamentos con cautela. Además, suspender el consumo abruptamente puede provocar síntomas de abstinencia, como insomnio por rebote, ansiedad, temblores o convulsiones, especialmente en el caso de las benzodiacepinas.

El riesgo no es igual para todos. Las pastillas para dormir pueden ser especialmente peligrosas en adultos mayores, quienes son más sensibles a sus efectos sedantes y tienen mayor probabilidad de caídas, confusión y deterioro cognitivo. También deben usarse con cuidado en personas con depresión, ya que algunos hipnóticos pueden agravar los síntomas o aumentar el riesgo de pensamientos suicidas. En mujeres embarazadas o lactantes, muchos de estos medicamentos atraviesan la placenta o se excretan en la leche materna, lo que puede afectar al bebé.

¿Qué dicen las guías médicas?

Las guías médicas coinciden en que los medicamentos para dormir deben ser una solución temporal. La American Academy of Sleep Medicine recomienda que, en casos de insomnio crónico, la primera línea de tratamiento sea la terapia cognitivo-conductual en lugar de los fármacos. Del mismo modo, el National Institute for Health and Care Excellence (NICE) del Reino Unido señala que los hipnóticos deben usarse por periodos breves, idealmente no más de cuatro semanas, y siempre como último recurso.

Alternativas seguras y eficaces

Afortunadamente, existen alternativas no farmacológicas que han demostrado ser igual o más efectivas que las pastillas, sin los efectos secundarios. La terapia cognitivo-conductual para el insomnio se enfoca en cambiar pensamientos y comportamientos negativos relacionados con el sueño, y ha demostrado ser eficaz a largo plazo. Además, mejorar la higiene del sueño puede hacer una gran diferencia. Esto incluye adoptar hábitos saludables como acostarse y levantarse a la misma hora todos los días, evitar pantallas electrónicas antes de dormir, no consumir cafeína ni alcohol por la noche y crear un ambiente adecuado en el dormitorio. También se ha demostrado que prácticas como el mindfulness y la meditación ayudan a reducir la ansiedad y preparar el cuerpo para el descanso, con evidencia respaldada por estudios clínicos.

Algunos productos naturales como la valeriana, la pasiflora o la melatonina se presentan como alternativas más suaves. Aunque tienen menos efectos secundarios que los fármacos convencionales, su eficacia varía entre personas y no están exentos de riesgos. Por ejemplo, la melatonina en dosis elevadas puede causar somnolencia al día siguiente, dolores de cabeza o incluso alterar el ciclo circadiano. Por esta razón, siempre es recomendable consultar con un profesional de salud antes de iniciar cualquier suplemento.

En conclusión, las pastillas para dormir pueden ofrecer un alivio temporal frente a los trastornos del sueño, pero no están exentas de riesgos. Su uso prolongado puede comprometer la salud física y mental, y en muchos casos no resuelven el problema de fondo. La evidencia científica actual respalda el uso de terapias psicológicas y cambios en el estilo de vida como alternativas más seguras y eficaces. Dormir bien es esencial para vivir bien, y aunque la solución rápida puede ser tentadora, vale la pena invertir en enfoques duraderos que no pongan en juego nuestra salud.

-------------

Referencias

Wang PS, Bohn RL, Glynn RJ, Mogun H, Avorn J. (2001). Hazardous benzodiazepine regimens in the elderly: effects of half-life, dosage, and duration on risk of hip fracture.

Journal of the American Geriatrics Society, 49(3), 329–336.

Edinger JD, Wohlgemuth WK, Radtke RA, Marsh GR, Quillian RE. (2001). Cognitive behavioral therapy for treatment of chronic primary insomnia: a randomized controlled trial. JAMA, 285(14), 1856–1864.

FDA Drug Safety Communication. (2013). Risk of next-morning impairment after use of insomnia drugs.

 

Escribir un comentario

Tenga en cuenta que los comentarios se tienen que aprobar antes de que se publiquen.